Yo era de las que se llenaba las manos con todo lo que pudiera por el miedo irracional de no llegar a nada lo suficiente. Sigo siendo ella, pero ahora he perdido esa habilidad que tanto me caracterizaba de poder sostener todo…todavía me pregunto si perdí una habilidad o me quite un peso de encima. Deja que te cuento la historia en un breve resumen:
“Llevaba todo lo que podía y lo sostenía como cuando te llenas las manos de agua y no quieres que se te escape ninguna gota. Hasta que un día me di cuenta de que el agua tiene un curso, que mis manos tienen espacios en donde se sale lo que no puede sostener por mucho tiempo, y que todo caduca, en especial, la resistencia”
Fin.
Espera todavía no termino.
Ya hablándote más en serio, me he sentido muy rara estos días. Siento como un vacío en el pecho pero que se siente completo, como si por una vez no se sintiera vacío, solo siente que existe y que tiene ganas de más. Creo que es la razón por la que perdí la habilidad de poder sostener, es que me canse de darle hogar a todo lo que me hace sentir como visitante. Así que de tanto que lo hice me canse, se me agotaron las energías que me quedaban y créeme que lo intenté. Mis brazos, mis hombros, mis codos, mi espalda, todos colaboraron para sostener perfectamente por años aquellos anillos de compromiso con personas que me durarían toda la vida, aunque ahora las cuento con mis dedos. Ahora me gusta tener las manos desocupadas por si le debo a alguien un buen abrazo, para comer los postres que hace mi mamá a las 4 de la tarde sin nudos en ninguna parte de mi cuerpo. Para cuando me entreguen flores, o me hagan cartas, o simplemente me regalen un momento que merezca toda mi atención. Para los reencuentros con mi gente (que extraño hace bastante ya)
Si te tuviera que hacer una lista de todas las cosas que tuve que soltar, quizás te encontrarías en por lo menos la mitad:
—Ideas que pensaba que conquistarían terreros.
—Pasos que no eran míos.
—Enredaderas que yo misma dejé que crecieran.
—Nubes que no sabían en qué cielo encontrarme.
—Miradas.
—Amores verdaderos.
—Muchos “te amo”.
—Muchos “perdón”.
—Estrellas fugaces.
—Lunares.
—Esquinas que pedían ser vistas.
—Impulsos de hacer lo que menos debía.
—Enojos.
—Tiempo que no quería que se me escapara.
—Miedo, mucho miedo.
—Más de una “última palabra”.
—Más de tres intentos.
…….
Ya estás viendo porque he perdido mi habilidad (o recuperado mi calma)
Me gusta pensar que esta también es una señal de que hay alguien allá afuera tan capaz como yo, de querer quedarse con las manos vacías para que otros espacios se llenen. Quizás tú eres ese alguien que necesita un peso menos de encima.
Mi secreto es que todas las cosas que dije, las he vuelto a vivir, una y otra vez, pero con una vida distinta. Por eso es tan importante saber cuándo abrir las manos, y cuando apretarlas con fuerza, sobretodo a las cosas correctas…a todas aquellas que te hacen sentir que no importa lo que pase, tus vacíos siempre recordaran lo que alguna vez los hizo sentir llenos, y por lo tanto, volverán a vivir (así nunca vuelvan a ser lo mismo)
Que hermoso ✨